martes, 16 de septiembre de 2008

Ensayo #2: Las Corporaciones y el abogado del Diablo

Para muchos las corporaciones, empresas que normalmente son de enormes dimensiones y agrupan muchas menores, son la perdición de la sociedad. Esto, porque nos sumergen en un consumismo incontrolado, una lucha por el éxito, una obsesión por el trabajo insaciable y una competencia por el poder interminable.

Todos estos factores anteriores nos llevan a la pérdida de valores esenciales para la convivencia como lo son: la solidaridad, la honestidad, el amor, la cooperación y la atención. Principios que Lomax (protagonista de la película) hace por completo a un lado al verse rodeado de una atmósfera de éxito y riqueza.

Este abogado pueblerino se deja llevar por su hambre de poder y poco a poco va perdiendo todo aquello que lo hacía valioso como persona, convirtiéndose en un mentiroso y farsante.

Así como se ve la degradación de este personaje en dicho filme y la influencia del "Diablo" es lo que nos ocurre cuando nos dejamos llevar por las fantasías que nos ofrecen las corporaciones.

Nos prometen paraísos que terminan siendo pantanos. Porque ya no somos personas sino números productores. Así como Kevin se convirtió en la ficha faltante para el nacimiento del Anticristo.

Es posible que el problema este en nosotros, que no aprendemos a controlar nuestra sed de privilegios y prestigios, sin embargo son las corporaciones las que nos abren las puertas hacia convertirnos en robots y no en humanos pensantes. Otro grado de culpa lo talvés lo tienen los centros educativos que en muchas ocaciones solo forman estudiantes dedicados a producir dinero y no futuros profesionales con un sentido humano de su labor.

Al estar interesados solo por el trabajo dejamos de hacer todo aquello que nos hacía felices, de compartir con nuestros familiares, dejamos de ser y desarrollarnos como personas.

La sociedad actual no necesita más corporaciones, necesita más patriotismo que genere el amor por la Patria y así su conservación, necesita áreas de compartir familiar y más centros educativos que garanticen profesionales trabajadores con criterio propio, no simples piezas de una línea de ensamblaje. Debemos dejar a un lado esa errónea identidad que tenemos y comenzar a la luchar por conservar la verdadera identidad del costarricense libre de falsedades y anglicismos.

Elízabeth Guerrero Barrantes

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